Tanto en el poder judicial a todos los niveles, como los organismos autónomos especializados entre otros, la elección de sus miembros debe hacerse en función de sus conocimientos y su capacidad, y no por su popularidad

Por Mario Rosales Betancourt (*)
Imagen ilustrativa: Sitio de Morena en Facebook
La pregunta es ¿qué cargos deberían ser de elección popular y cuáles no? Evidentemente, los cargos políticos de gobierno deben permanecer como cargos de elección popular porque las bases de su actuar tienen que estar sometidas a la voluntad y necesidades del pueblo, como es el caso de cargos como la presidencia de la República, de los integrantes del Congreso de la Unión, gobernadores, presidentes municipales y alcaldes.
En cambio, hay cargos judiciales y técnico-administrativos en los que se tiene que actuar con riguroso apego a lo establecido en la Constitución, en los tratados internacionales y en las leyes del Estado Mexicano. Incluso, en algunos cargos se requiere la aplicación de conocimientos técnicos y/o científicos, por lo que se requiere de servidores públicos que cuenten con el perfil profesional y los conocimientos especializados indispensables para el correcto desarrollo e sus actividades.
Tanto en el poder judicial a todos los niveles, como los organismos autónomos especializados entre otros, la elección de sus miembros debe hacerse en función de sus conocimientos y su capacidad, y no por su popularidad.
Desde luego en ambos casos, electos directamente o no, debe considerarse su probidad y honestidad.
En cambio sin duda un verdadero avance democrático sería que se decidieran por elección popular las candidaturas y las dirigencias de los partidos políticos. Que existiera, como en Estados Unidos y en muchos países democráticos, elecciones primarias, en las que se deciden por ejemplo las candidaturas presidenciales.
Como ejemplo de lo que no se debe hacer tenemos a Morena, cuyo dirigente no surgió de una elección, sino de una «encuesta», igual que las candidaturas a los gobiernos de los Estados. Se sabe, además, que la candidata o candidato presidencial de ese partido para el 2024 surgirá de un dedazo disfrazado de encuesta.
Morena, en cambio, pide lo que no tiene internamente: que los miembros de los que su propuesta llama el INEC y Tribunal Electoral surjan de una elección popular de candidatos propuestos por poderes controlados por dicho partido.
Dicho de otra manera: Morena no tiene el método de elección para designar a sus candidatos y dirigentes porque el único jefe real que tiene es el que decide. Ah, pero eso sí: quiere disfrazar la imposición de consejeros y de magistrados electorales, lo cual evidencia su falta absoluta de congruencia.
Pensemos en fútbol: ¿qué creen que sea más importante?, ¿la elección de los jugadores o la de los árbitros?
Así, pensamos que lo mejor para nuestra democracia sería que se eligiera democráticamente (por medio de elecciones) a los candidatos y dirigentes de los partidos, y no a los funcionarios y jueces electorales.

(*) Mario Rosales Betancourt
Profesor titular C con 45 años de antigüedad en FES Acatlán, UNAM. Profesor con 39 años de antigüedad en UAM-Azcapotzalco. Miembro de ANPERT (Asociación Nacional de Periodistas de Radio y Televisión) y de CONAPE (Compañeros Internacionales Periodistas y Editores).